Nadie le había regalado flores

Nadie le había regalado flores

En la cortijada donde se ubicaba la escuela rural no había flores. Las flores no se comen y las carencias de las familias eran muy grandes. ¿Para qué las iban a sembrar?
Un fin de semana el maestro compró en Granada una maceta de margaritas y el lunes la colocó en el alfeizar de una ventana del aula. Las madres de los alumnos decían: ¡Qué flores más bonicas maestro!
Pero la que se quedaba embelesada con la maceta era la Emilica, una muchacha deficiente y poco agraciada, de ojos tristes y recelosos como perro perseguido.
Al terminar el curso, antes de irse, el maestro le regaló la maceta.
- ¡Emilica, que todas las palomas del mundo vuelen en tus ojos! -le dijo.
Y la pobre se echó a llorar. Nadie le había regalado nunca flores…