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Iglesia escabada en la roca por seis eremitas en busca de paz en el año 563.

Iglesia escabada en la roca por seis eremitas en busca de paz en el año 563.

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Maerr


Premium (World), Santiago de Compostela

Iglesia escabada en la roca por seis eremitas en busca de paz en el año 563.

En este monasterio, único por estar excavado en la roca natural, no encontraremos ligeras estructuras góticas ni armoniosas proporciones renacentistas. Se trata de un recinto antiquísimo, tosco, casi primitivo, testigo de los primeros asentamientos eremitas en estas tierras. El valor de San Pedro de Roca es antropológico.
La presencia de los primeros ocupantes de este lugar se remonta al año 573. Según las inscripciones de la lápida fundacional, conservada en el Museo Arqueológico Provincial, sus fundadores fueron siete varones que escogieron este bello enclave para retirarse a una vida de oración. Posteriormente, ya en el siglo IX, el caballero Gemodus redescubre el lugar en una jornada de caza y se establece en él, siendo elegido abad por sus compañeros. Leyenda o realidad, el caso es que existe constancia de la existencia de Gemodus, tal como figura en el privilegio que Alfonso V concede a Rocas en 1007. En los siglos posteriores, este monasterio, nunca demasiado rico ni muy habitado, pasó a depender del de Santo Estevo de Ribas de Sil y del de San Salvador de Celanova. En 1923 fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
La iglesia del monasterio, del siglo VI, es uno de los templos cristianos más antiguos que se conocen. Sus tres naves están excavadas en la roca. El techo de la nave central presenta una abertura por la que entra luz desde el exterior. Una pilastra hace las veces de altar. En la pared de la capilla de la izquierda, un reducido espacio de 5 x 3,40 m, se abre un hueco en el que se supone que estaba el sepulcro del caballero Gemodus. En él se descubrió una pintura mural al fresco, datada entre 1175 y 1200, que muestra imágenes de los apóstoles y un mapamundi.
También podemos ver unos sepulcros esculpidos en los que se representan figuras yacientes. En el suelo de la iglesia y el atrio está excavados en la roca numerosos sepulcros. El recinto de la iglesia fue ampliado con una nueva nave de posterior construcción. El campanario, obra de Gonzalo de Penalva en el siglo XV, está situado en la parte superior de una enorme formación rocosa de casi 20 m de altura que da nombre a este lugar.
Un arco sirve como acceso a un pequeño espacio, empleado hasta hace poco como cementerio parroquial. Es de forma cuadrangular y está cerrado por un muro. Desde este punto sale un camino que baja por la pendiente de la montaña y llega hasta la Fuente de San Bieito, también excavada en la roca.
Eremitas

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